¡Hola, amigos!
¿Será que iremos a la Universidad a aprender a leer y a escribir?
Porque aunque cada vez nos quieren escolarizados más temprano en nuestras vidas parece que la finalidad no es incentivar nuestro proceso de aprendizaje sino sus intenciones son otras.
Los estudiantes (mejor sería llamarlos "los que van a la escuela" porque de estudiantes tienen cada vez menos) transcurren una gran parte de su vida concurriendo a las aulas para lograr un certificado de estudios que les haga creer que pueden competir, por ejemplo, en el mercado laboral.
Pero una vez el gerente de una gran empresa me decía que no encontraba una secretaria que conociera adecuadamente el idioma inglés y al mismo tiempo que pudiera utilizar una computadora, porque la que sabía lo uno no sabía lo otro y viceversa.
¿Hay excepciones? Por supuesto, porque son las que confirman la regla. Pero es sorprendente la proporción de alumnos de bajo rendimiento con respecto al total, a pesar de que el nivel de exigencia se reduce cada año y las instituciones educativas se asemejan cada vez más a "juntaderos" de niños y jóvenes que, aunque muchos no lo hacen siquiera, buscan llegar a la condición de egresados sin que importe demasiado qué conocimientos han logrado acumular.
Desde hace ya demasiados años, quizá 40, el saber se ha ido desvalorizando porque la sociedad no premia ni castiga en función de ese ítem que antes era realmente una especie de joya que cada uno intentaba almacenar en su persona.
Ahora parece haberse llegado a un límite en lo que hace a la insuficiencia de conocimientos y, como suele suceder, se detecta cuando el pretendiente a lograr un título universitario no logra comprender ni expresar las ideas. ¿Es tarde? Nunca es tarde cuando el proyecto es bueno.
Hasta hoy se venía paliando con una materia "Comprensión de textos" o algo así que intentaba que en unos pocos meses el alumno cubriera una falla que lo acompañó desde su infancia y que le ha venido robando ese capital con el que deberá sobrevivir. En tanto, los malos ejemplos han intentado siempre convencerlo de que no es necesario saber para triunfar, pues hay otros caminos menos santos que en muchos casos han puesto en lugares prominentes y exitosos a individuos que carecen de conocimientos académicos pero son "listos", "rápidos", "pícaros", "inmorales" o algo así.
La educación universitaria argentina pretende remendar esas fallas con algún tipo de apósito que disminuya sus efectos o al menos los oculte. ¿Servirá? Porque la corrección del mal debe hacerse desde sus raíces atacando sus causas.
De todos modos, bienvenida la idea y que, si es posible, sea aplicada con el rigor necesario. "No hay aplazaos..." decía un antiguo tango argentino. Tiene que haberlos, no para castigar al que no se esfuerza sino para premiar al que sí lo hace.
Los dejo con la nota.
Prof. Daniel Aníbal Galatro
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Fuente: http://www.clarin.com/sociedad/cbc-reforma_0_1365463523.html
Una nota de Alfredo Dillon.
A 30 años de su creación. Debaten cómo actualizarlo, en medio de conflictos internos.La iniciativa busca resolver los “problemas dramáticos” que traen los chicos desde la escuela secundaria. Es uno de los 10 proyectos que se empezaron a analizar ayer para reformar el sistema de ingreso a la UBA.
Este año el Ciclo Básico Común de la UBA cumple 30 años. A tono con la infalible crisis de los 30, el CBC llega a esta fecha con varias propuestas para reformarlo, y con algunos conflictos en su interior que han hecho de este un cuatrimestre agitado para muchos de los 44.579 ingresantes a la UBA.
Una de las propuestas que suena fuerte es la de crear talleres de lectura y escritura optativos para todos los que ingresan a la UBA. Impulsado por Jorge Ferronato, director del CBC, el proyecto apunta a “universalizar” los talleres de lectoescritura “para los alumnos que lo requieran, ya sea por decisión propia o aconsejados por docentes que detecten dificultades en esa área”. Estos talleres, de 12 clases una vez por semana, también estarían disponibles para los chicos del último año de secundaria, con la constancia de alumno regular.
La iniciativa apunta a resolver “los problemas dramáticos que traen los alumnos de la escuela media: llegan sin poder resolver problemas matemáticos simples ni comprender textos, carecen de los saberes mínimos”, aseguró Ferronato a Clarín. En línea con este diagnóstico, los resultados de la última prueba PISA arrojaron que el 53,6% de los alumnos argentinos de 15 años no pueden reconocer la idea principal de un texto, ni realizar “inferencias sencillas”, ni hacer comparaciones entre textos. Las pruebas TERCE, que se toman en primaria, también mostraron serias dificultades en lectura: en esta área los chicos argentinos de 3° grado quedaron en el 9° puesto sobre 15 países de América Latina.
Universalizar los talleres de lectura y escritura es una de las 10 propuestas que se han presentado para reformar el CBC. Ayer el Consejo Superior de la UBA decidió crear una Comisión de Análisis Curricular del CBC, integrada por representantes de las 13 facultades, para discutir en los próximos 180 días este y otros proyectos, entre ellos el fin de la correlatividad “en bloque” que propone la FUBA (es decir, la posibilidad de que los alumnos ingresen a la carrera sin tener todas las materias del CBC aprobadas).
Pero la iniciativa de multiplicar los talleres contrasta con otra medida: este año en varias sedes se cerraron los Talleres de Lectura y Escritura de la materia Semiología, que se dictan hace 25 años, creados por la reconocida lingüista Elvira Arnoux. A 15 días de empezar las clases, los talleres de las sedes San Isidro y Avellaneda fueron eliminados, y la carga horaria de la materia se redujo de 6 a 4 horas, previa creación de “cátedras paralelas”.
“Mientras otras universidades nacionales y latinoamericanas replican la experiencia de los talleres de lectura y escritura de Semiología, el rectorado decide cerrarlos, atentando contra la inclusión de los alumnos”, sostiene Sandra Sánchez, coordinadora de los talleres en la sede Montes de Oca.
Desde la dirección del CBC justifican que se redujo la carga horaria a pedido de las autoridades de la Facultad de Arquitectura y dicen que “no se echó ni se le bajó el sueldo a nadie”. Pero Sánchez responde: “Los profesores no queremos ser ñoquis: si nos pagan las horas, queremos dar los talleres”. Además, los docentes de Semiología, apoyados por el Departamento de Letras de la UBA, rechazan que los talleres sean optativos: “El alumno muchas veces ni siquiera es consciente de que no sabe leer y escribir: ¿quién se va a anotar en los talleres si dejan de ser obligatorios?”, plantea Sánchez.
Además del cierre de los talleres de Semiología, este año hubo conflictos por el recorte de cargos en Matemática, anunciado pocos días antes de iniciar las clases. Luego de movilizaciones de los docentes y reuniones con el secretario académico Miguel De Luca, finalmente se dio marcha atrás con el “ajuste”. Pero los docentes están en alerta: “Hace dos años que no se designan profesores nuevos en Matemática para cubrir las bajas. Eso ha obligado al cierre de cursos y a que haya comisiones de 150 alumnos en aulas con capacidad para 80”, describe Gastón Freire, docente de la materia. “Con semejante hacinamiento, no podés hacer milagros. Están fomentando la deserción de los chicos”, asegura Freire.
A 30 años de la creación del CBC, los docentes y las propias autoridades reclaman una mayor “institucionalización”: la gran mayoría de los profesores son interinos (contratados) y no tienen representantes en el Consejo Superior, a diferencia de las 13 facultades. Mientras empiezan a discutirse las reformas, quienes mejor conocen el CBC –los docentes– reclaman su derecho a participar del debate.
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¿Se les ocurre algo con respecto al tema?