18 de marzo de 2015

La muerte según mi propia experiencia



¡Hola, amigos!

Mi nombre es Daniel Galatro, como saben, nacido en septiembre del 44 y quizá renacido en enero del 2009. Lo de "quizá" deviene de que desconocemos las características de ese fenómeno que llamamos "muerte" o, al menos, tenemos visiones muy diferentes del mismo según nuestra postura física (biológica) o metafísica.

En ese enero de 2009 me ocurrió algo que Shakespeare diría fue positivo pues, según él, "bien está lo que bien acaba" ("all's well that ends well"). Porque, al menos para unos cuantas personas que me estiman, que haya retornado de mi experiencia límite fue un buen final.

Era un domingo cuando de pronto sentí como si una botella se hubiera fragmentado en la región donde gobierna el hígado y miles de astillas se clavaran al mismo tiempo en todo ese lugar. Mi esposa me llevó en un taxi hasta la bendita guardia del Hospital Esquel y durante muchos minutos allí hicieron lo posible para reducir el dolor atroz que sentía. Ya su Jefe, el Dr Sergio Cardozo, con claridad meridiana, al verme con aspecto de increíble Hulk me había anticipado: "tenés piedras hasta en los ojos".

A primera hora del lunes, el Dr Mingo me revisaba y me enviaba sin escalas a una ecografía. Los pasos siguientes: anestesia y bisturí. Dos pedruscos de 14 y 17 mm, creo, obturaban como guiados por una mano rectora mi colédoco y mi cístico en forma simultánea. Pero mi percepción de la llamada "realidad" había caído a cero cuando la anestesista con su voz más dulce acompañaba mi entrada en la nada diciéndome que ella conocía gente en La Plata y no sé qué detalles más porque en un par de minutos, quizá, yo ya no estaba allí.

Me cuentan que luego de operarme y quitarme las piedras me llevaron a Terapia y que allí de pronto me desperté (o no) y que intenté saltar de la cama para ir tras algo, arrancándome todos los cables y caños que me conectaban con aparatos que nunca vi. Eso provocó un caos en mi abdomen con una hemorragia interna profusa que obligó al Dr Mingo a volverme a operar para corregir el desastre autoprovocado. Me cuentan, porque la morfina inundó mi cerebro y creó una "realidad personal" que duró varios días. Quizá eso fue lo desacostumbrado, pues muchas personas en situaciones parecidas y con un retorno posterior a este "más acá" relatan hechos sorprendentes en los que participaron pero pocos parecen haber sido tan extensos.

Los médicos que me asistían veían que me iba yendo de este mundo pues mis defensas ya disminuidas por malos hábitos como el cigarrillo no permitían que mis pulmones ayudaran a mantenerme vivo. Todos se preparaban para el peor desenlace pero ¿qué percibía yo que ocurría?

Luego de la luz que me deslumbrara desde una puerta abierta a mi izquierda atrayéndome como para provocar mi salto hacia ella y el desastre con cables y cañitos, una secuencia de sucesos interesantes me atrapó haciendo de esta experiencia algo muy calmo y que llegué a desear que no terminara nunca.

Una historia que se grabó como si fuese una serie de videos que se anclaron firmemente en mis recuerdos, tanto que no podría diferenciarlos fácilmente de los registros de los tantos considerados "realidad", tanto que hoy, seis años y algo después, allí permanecen vívidamente en la mayor parte de sus detalles.

He relatado mucho de esa experiencia unas cuantas veces, lo que mi esposa complementó con su visión desde la dolorosa realidad que debió atravesar. Y desde mi despertar del 19 de enero del 2009 procuré desesperadamente dejar por escrito algunos hechos por lo que pasé ya que creo que pueden ser útiles para otros que se preocupan por lo que fue su propia vivencia cercana a la muerte. Y especialmente porque mi historia no se parece a ninguna que yo conozca pero puede ser semejante a muchas más que no conozco.

Los "Recuerdos de mi muerte" vuelven a salir a la luz en esta publicación que hoy quizá Dios, quizá el Destino, me permiten. Tan desordenados, puntillosos y sorprendentes como se me grabaron en la mente. No me atrevo a hacerles ninguna modificación porque considero que no fui protagonista sino un testigo privilegiado que siente que "vivió" todo eso con la obligación de darlo a conocer.

¿Cómo pueden recibir una copia del relato para tenerlo en su PC? Pueden comunicarse conmigo por mi facebook, o vía email a ccgalatro@hotmail.com o a danielgalatro@gmail.com .

Y pueden también hacerme por esa vía partícipe de sus pensamientos, reflexiones y experiencias propias. Aunque el haber transitado esto que transité hizo que perdiera el poco temor a la muerte que sentí como una especie de Disneylandia que me aguardaba para que disfrutara en la paz más plena de todas las cosas que la vida terrenal me había permitido conocer.

Espero sus mensajes.

Daniel Aníbal Galatro
Esquel - Chubut - Argentina

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